martes, 13 de septiembre de 2011

Libro "Identidades asesinas" de Amin Maalouf (Alianza Editorial, 2009).

"Inclusión de nativos globalizados"

Por: León Trahtemberg (Especialista en educación)

Las identidades maltratadas de los excluidos pueblos nativos peruanos generan rencores que pueden ser bien comprendidos a partir de la lectura del libro Identidades asesinas de Amin Maalouf, sociólogo, literato y periodista libanés exilado en Francia (Alianza Editorial, 2009). Explica las razones por las que los hombres se matan entre sí en nombre de una etnia, lengua o religión, estudiando en especial el fanatismo religioso islámico de quienes cometen crímenes en nombre de la divinidad.

Maalouf sostiene que cuando alguien ha sufrido vejaciones, humillaciones y burlas por su raza, religión, lengua o vestimenta, su personalidad queda magullada, con un sentimiento crónico de identidad amenazada, una sensación de que vive en un mundo normado por otros en el que queda relegado al rol de huérfano, extranjero y/o paria.

En el seno de estas comunidades heridas por la discriminación y humillación, aparecen cabecillas que airados o calculadores postulan expresiones extremas que son un bálsamo para las heridas. Prometen victoria o venganza, inflaman los ánimos y a veces recurren a métodos extremos. El camino democrático de los votos no les resulta relevante porque en cualquier elección siempre quedarán excluidos. Si no sienten que la democracia reconoce la dignidad de todas las personas independientemente de su importancia numérica, esa democracia no les es relevante.

La solución al conflicto pasa porque todos puedan reconocerse e identificarse aunque sea un poco con el país en el que viven y la cultura dominante, y que nadie sienta que le es ajena y hostil. Tiene que haber una reciprocidad por la cual cada uno adopta elementos de las culturas más fuertes, pero también pueda reconocer que ciertos elementos suyos aparecen en la cultura universal. Es necesario que puedan asumir, sin demasiados desgarros, esa doble pertenencia: que puedan mantener su apego a su cultura de origen, no sentirse obligados a disimularla como si fuera una enfermedad vergonzante, y mostrarse abiertos en la cultura del país de acogida. Así podrán entender su identidad como una suma de diversas pertenencias, en vez de confundirla con una sola, erigida en pertenencia suprema, que a la vez es un instrumento de exclusión.

Fuente: Diario Correo (Perú). 12 de agosto del 2011.

Recomendado:

Una lectura de «Identidades asesinas».